domingo, 15 de julio de 2012

El árbol de achote, la Escuela y el Espantapájaros solidario
Yo andaba como decía mi abuela “encaramao” en un árbol de achote, quería construir en él la casita del árbol con la que todo niño de pueblo llegaba a soñar en aquellos días, un sueño interrumpido por el anuncio de que mis estudios comenzarían esa tarde de 1989, tenía en ese entonces cinco años.
Era el grado kínder, tuve que cursarlo en la escuela para niñas María auxiliadora contigua a la de niños por no haberlo allí, recuerdo los dibujos rellenos de lentejas, los dedos embadurnados de Colbón, los crayones con sabor  a cera de vela, la plastilina casi similar en su sabor y mi primera amiga Susana, una niña amable y bonita quien sería una gran compañía al recorrer aquel nuevo mundo, mi primera profesora se llamó Fanny  y como toda profesora de kínder era muy bonita, con ella aprendí a bailar el bambuco siendo este acto posteriormente presentado en una izada de bandera, un recuerdo borroso de ese día es mi abuelita pintándome la barba con carbón de leña, luego estaba yo arrodillado con un pañuelo en la mano que a la vez era tomado del otro extremo por mi amiga Susana, se había convertido en mi pareja de baile. Este año fue fugas, mucho tiempo después regresé a aquella escuela cuando allí se celebró una exposición fotográfica en homenaje a la ciudad levítica, ya no me pareció tan grande como a mis cinco años aunque  la escuela conservaba los mismos colores, verde y blanco, con los techos de teja de barro, la gruta de la virgen María y el patio trazado por líneas color naranja que más que enmarcar una cancha de baloncesto parecían brochazos desboronados por el tiempo y los zapatos de los infantes. La escuela ya no estaba habitada, fue cerrada no sé cuándo y no sé por qué, tal vez el rumor era cierto, cuando estando terminando la primaria en mi siguiente escuela conocida como la de barones, se dijo que ambas escuelas quedarían integradas,  la verdad no la supe pues terminada la primaria y con el encanto del colegio bachillerato terminé por olvidarme de volver a mi escuela, y al fin cuando opté por hacerlo los niños ya se habían ido de allí también y ahora la primaria se impartía en los colegios.
Pase luego a cursar el grado primero en una nueva escuela el centro docente Francisco Basilio de Benavides este nombre en honor a uno de los fundadores de la encantadora ciudad del clima de seda. La profesora de este año se llamó Nubia, era una pelirroja regordeta y muy rígida por cierto con quien aprendí el significado de que “la letra con sangre entra”. Me enseñó a leer y a escribir con la famosa cartilla Nacho y me posicionó en los primeros pinitos de la suma y la resta, así, sentí sus largas uñas, quizá con esta finalidad, enterrándose en las falangetas de mis deditos que eran convertidos en cifras, siendo cada uno de estos una unidad y entonces “uno más uno más uno igual a… uno, dos, TREEESSSSS” esa operación nunca se me olvidará, menos mal no estuvo cuando aprendí suma de dos cifras.
Centro docente Francisco Basilio de Benavides en la actualidad
El segundo grado fue una mescla de religiosidad y acentuación de la “cartilla nacho”, con ejercicios rutinarios de repetir, repetir y repetir, las planas, los escritos insípidos, y todas las mañanas quince minutos de oración, la profesora Toyita era un alma de dios y siendo su hermano el cura del pueblo, el padre Duarte famoso por sus misas de sanación digno de la devoción de un pueblo que por tradición engendraba curas, de allí le viene lo de ciudad levítica, no era de extrañar la devoción de nuestra profesora. Así transcurriría un largo y fervoroso año en la escuela.
En el tercer grado conocí al señor Miguel de Cervantes Saavedra con su Quijote, para ese año mi profesora se llamó Esperanza y aunque muy rígida, era un tanto más flexible que la del primer grado, de lo que pasó en el aula no recuerdo mucho, pero en cuanto al recreo lo recuerdo casi todo, el juego más popular era “la lleva”, le seguía “el escondite”, los partidos de futbol sin equipos eran todos contra todos y hasta el sabor de la colada recaliente que nos daban con un pan de sal, pero lo que más recuerdo es mi primera pelea, fue con un muchacho de quinto grado, lo llamaban el escorpión pues pertenecía a un equipo de futbol del barrio San Vicentico llamado los escorpiones, quien en un instante me puso de cara contra una pared, pero con no sé qué fuerzas le lancé un puño cerrado en el estómago y quedo ahí tirado a mis pies, esto me hizo fama, pero para que fama si luego fui yo el que vio sus pies de venganza; en la escuela nadie supo de la vendetta del grandulón y entonces seguí siendo para muchos el niño de tercero que le cascó al escorpión, el montador de quinto grado.  
Sitio donde se desarrolló aquella disputa.
Finalizando este año decidimos con tres compañeros: Gonzalo, Rafael y julio, formar una pandilla para defendernos de los más grandes, pero el intento se disolvió cuando Gonzalo y Rafael viajaron para no sé dónde con sus familias y Julio se cambió de escuela, quizá allí en la escuela de las Flores, así  se llamaba, que distaba de la mía, logró conformar su pandilla, los sueños de conformar la mía se fueron con ellos.

Con el fin del año llegó la entrega de boletines y yo ya pretendía el cuarto grado, pero aunque era seguro que sí pasé el año, a pesar de irme algo mal en las matemáticas, mi abuela resultó accediendo al consejo de la mamá de uno de mis compañeros, yo estaba parado al lado de mi abuela cuando aquella inoportuna le dijo: “ es mejor que repita, eso pasar así de mal en matemáticas no es conveniente, mejor que repita”, para asombro mío y de la profesora mi abuela acordó que debía repetir el año, de nuevo tercero. -Qué será de aquella señora hoy en día, quizá su hijo sea un gran matemático-.
Con el nuevo año hubo cambio de  salón, compañeros y profesora, pero a diferencia de la anterior a esta si la recuerdo con gusto se llamó Carmen de Agredo, una señora blanquita ya entrada en años lo más de comprensible y buena genta; todos la queríamos mucho y es la profesora de mi niñez. El salón, porque cada profesor tenía su salón, era más bonito que los demás, estaba lleno de carteleras y murales, los pupitres estaban muy bien pintados y era el único que poseía una pequeña biblioteca que no sobrepasaba los quince libros, -es irónico que esta escuela sin biblioteca sea hoy en día la única biblioteca del pueblo donde la zapa canta y el sapo toca, claro está que con más libros.
Salón donde impartía clases la profesora Carmen de Agredo
Durante todo este año estuve ledo por ganar la amistad de tan jovial dama y al finalizar el año decidí declararla mi amiga para toda la vida, bueno por lo menos durante la suya, hoy le recuerdo con cariño.
Así llegue al cuarto grado, la profesora Leonor Rueda era quien nos daba la bienvenida, conocida de mi abuela por ser vecina de nuestra casa, era una señora muy calmada le gustaba mucho que la clase fuera didáctica, pero otras veces la clase se basaba en extensos y extenuantes dictados o en las famosas escalas de matemática, gracias a dos grandes ventanales en la parte derecha del salón contiguos  a la calle se presentaba el paso de la gente, era un buen distractor en aquellos días.
Por pertenecer al grado cuarto y junto con mis antiguos compañeros que ahora hacían parte del grado quinto cada miércoles en la tarde debíamos rezar el rosario al finalizar las clases, se realizaba de pie y en fila cuidando tomar distancia de los otros compañeros para evitar la compinchería;  al lado de una pequeña gruta dirigía la fervorosa profesora, del segundo grado, Toyita: “Dios te salve María llena eres de gracia…”, y nosotros: “Santa María madre de Dios ruega por nosotros los pecadores…” y así a la par de cada uno de los misterios,  hasta que una  bendición nos daba la libertad para salir al parque que vigila la iglesia de San Joaquín, y así jugar a “la lleva”, el recreo no era suficiente para domar el espíritu de la niñez; recuerdo que llegué a comprar una camándula de neón y la usaba aunque no para llevar el orden de las oraciones sino, a manera de reloj, para contar las pepitas que faltaban para finalizar la solemne ceremonia y así recibir la bendición que nos haría libres: “faltan diez, faltan nueve…”.

Pequeña gruta en torno a la cual se congregaba a los estudiantes el día miércoles para rezar el rosario.

Este también fue el año en que gane el libro que me llevo a desempolvar tan gratos recuerdos que creí olvidados, recuerdo esa tarde en que el autor, amigo o conocido de la profesora, entró al salón para leernos el libro que había escrito, sólo tenía aquel ejemplar en ese momento, mismo que quiso sortear entre los treinta o cuarenta chicuelos que estábamos allí, y fui el afortunado el número ocho me dio el triunfo, hoy en día aún tengo el libro y lo atesoro ya que fue el primero y sumado a esto está el hecho de que lo recibí de manos del mismo autor y firmado por él; la novela infantil se titula “el Espantapájaros solidario” del autor Miguel Ángel Pérez Ordóñez.




Así con estos rápidos brincos de mi memoria llegué al último año de escuela, la profesora se llamó Aminta, tenía un gran lunar negro en la mejilla y su reputación de mal carácter la precedía, constaté después que se trataba de puras habladurías de mis amigos de quinto grado para asustar a los de grados inferiores, resultó en ser una persona amable y muy exigente, ella se encargó de hacer un puente entre la escuela y lo que nos esperaba a futuro. Recuerdo que me hizo ingresar en un concurso de poesía,“rendición de cuentas se llamaba la declamación  y con ella gané el primer lugar, irónicamente el premio fue un juego de escuadras, lo cual no creí propio para tal encuentro literario, en fin, les gusto tanto a las profesoras que termine declamándola en el parque central a la vista de quizá todo el pueblo, recuerdo que ante cualquier festividad toda la población Zapatoca se congregaba en aquel parque, ese día me tembló hasta el tuétano de los huesos, pero todo salió bien, eso pude escuchar en los aplausos del público que nada tenían de tacaño.
Al finalizar aquel año recibí un diploma que daba fe de mi tiempo en la escuela, pero ojalá aquel papel tuviese escrito todos los hermosos momentos que aquí no recuerdo y que huyen de mí al tratar de escribirlos, así, quizá, hoy tendría verdaderamente un gran valor para mí.

jueves, 12 de julio de 2012



Intención plástica referente a la película “la lengua de las mariposas”


La lengua de las mariposas es una película española de 1999 dirigida por José Luis Cuerda. La película se basa en tres relatos del libro “¿Qué me quieres, amor?” (1996) de Manuel Rivas. Los tres relatos son: La lengua de las mariposas, Un saxo en la niebla y Carmiña. El que sirve como base de toda la película es La lengua de las mariposas dentro del cual se insertan los otros dos relatos, cuyo nexo de unión será Moncho el niño protagonista de La lengua de las mariposas.

Los papelitos para Lili

Frente a la casa de Lili se encontraba un pequeño salón de belleza en donde cuatro mujeres daban libertad a sus palabras, el salón era para ellas el sitio de los secretos, su caja de pandora donde se escuchaba la verdad sin reproches. En sus furtivas salidas Lili podía dar testimonio de los temas que allí se trataban,  abstraía de las conversaciones de aquellas mujeres un nuevo tema que tratabaen su propio mundo.
Cierto día, al oír una de estas conversaciones,Lili ya no tenía este nombre se llamaba ahora Layale,tenía un amante,un hombre al cual no le puso rostro, el mismo que causó su desdicha puesto que era casado y para Layale su amor, aunque desbordado,  no era correspondido como ella lo quería.
Lili no siempre podría salir de su casa, no por ser prisionera de su hermana sino por los cuidados que esta le prodigaba temiendo los peligros del exterior, por lo tanto, además de dar oficio a sus oídos en los ventanales de aquel salón de belleza, Lili  también recogía papeles en la calle, las letras que allí aparecían daban nueva temática a su mundo, cualquier nombre o asunto allí escrito liberaba su imaginación, asífue como cierto díaera una policía que impartía multas a los autos mal estacionados y otro era una transeúnte perdidaen busca de una dirección.
En otro escapede oídos en el salón, su nombre fue Nisrine y tenía un novio llamado Bassan con el que estaban próximos a casarse, su mayor preocupación era no ser virgen puesto que, ante la vista de toda su irreal familia, el irreal Bassan y la irreal familia de este, su condición era deshonrosa. Terminópor operarse con el afán de recuperar su estado virginal, resultando así engañado el novio y por tanto todos los demás, hastaincluso ella, quien tras lograr su cometido aún se sentía triste, tantriste que Lilidecidió buscar otro tema para su mundo.
Volvió luego al salón y de allí salió siendo nombrada Rima, ahora era una asistente encargada de lavar el cabello a las clientas, su condición era poco peculiar puesto que no gustaba de los hombres y estaba algo aturdida sintiendo amor por una de sus clientas; no llegaron a un beso, pero Lili supo deshacer este nuevo mundo  antes de que así fuera.
Algunos días después decidió salir a la calle para dotarse de más papeles con más mundos por conocer,  al recoger uno en  la puerta de aquelsalón de belleza y luego de escuchar los murmullos que de dentro venían, resultó en llamarse Jamale,era entonces una madre soltera quien más que nada quería volver a su juventud, era actriz, pero sus papeles eran someros, ocasionales apariciones en comerciales, además su competencia eran jovencitas de cuerpomás esbelto con las que ella se comparaba y esto ocasionaba que se deprimiera constantemente, Lili no quiso estar más deprimida.
Un díaLili quiso vivir el mundo de su hermana y entonces se llamó Rose era costurera y estaba siendo pretendida por uno de sus clientes,un caballero que en edad estaba a la par suya,  llamado Charles. Se interesó mucho en él, se sintió de nuevo viva y enamorada por primera vez cuando Charles quiso concertar una relación, peroLili en el papel de Rose vio que debía cuidar a su hermana mayor es decir a ella misma y que por el amor a su hermana no habría espacio en su vida para un hombre, entoncesdecidió quedarse soltera y envejecer junto a ella; un escalofrío le corría por la espalda y las lágrimas le empapaban el rostro. Así despertó a la realidad,esa donde vivíala resignada  Rose quien cuidaba su cuerpo en la realidad mientras su mente se alejaba. Lili hubiese preferido que Rose la acompañara en sus aventuras irreales, pero si lo que ella quería era un mundo real, entonces lo haría perfecto para su hermana menor.
Arregló un encuentro entre Rose y Charlesque terminó en la escena codiciada donde las manos y los labios se funden; esa noche, por entre una puerta,Lili espiaba la realidad que hacia feliz a su hermana y por primera vez a ella, subió a su cuarto, se recostó en su cama, cerró los ojos  y en un trémulo viajepartió hacia supropio, verdadero e irreal mundo, éste se  lo dejó a ellos.